miércoles, 12 de agosto de 2009

Corte editorial


Comuníquese a la parte de mí
que no ha entrado en comunicación conmigo mismo,
que las tardes vecinas me declaro en crisis
y en estado de sitio se encuentran las ganas.

Anóteseme conectado con la rabia,
traicionándome,
aponiéndome,
manoseándome,
moldeándome.

Publíquese la decisión de ser incongruente
a cualquier precio y a través de cualquier medio
con el único fin de mantener desinformado
a quien se atreva a darle lógica al curso del reloj.

Archívese este capítulo
que no es más que una seguidilla de paradojas
de un libro inconcluso y siempre recursivo
lleno de faltas de ortografía y faltas a la verdad.

martes, 19 de mayo de 2009

Entre paréntesis


Entre paréntesis tengo una angustia absoluta,
que me carcome por cada hoja de este otoño macabro.
Entre paréntesis se me pudren los espejismos,
se me desarma el horizonte.
Entre paréntesis sigo distanciado conmigo,
y me rebelo a la cotidianeidad de los hechos.
Entre paréntesis me duelen las cicatrices,
se reabren periódicamente las heridas.
Entre paréntesis me acuesto con la muerte,
el sulfato del fin perfuma las habitaciones.
Del paréntesis hacia fuera sigo avanzando,
pero no sé adónde.

jueves, 14 de mayo de 2009

Se me perdió un poema


Una noche como tantas, escape a un bar a emborracharme. Escapar del asesino de mi poeta que coexiste entre mis carnes. Escapar de la inocencia del hombre público que aparece en Google, registros indexados, y tanta otra porquería. Escapar de la tormenta cotidiana de lidiar con los dos bandos de mi sentir.
Así que tome mi sombrero, me puse mi abrigo y fui a la barra de siempre. Pedí lo de siempre. Comencé mi camino a la embriaguez sin retorno. Busque entre mis bolsillos algún papel, algún lápiz. Nada. Entonces, como en alguna otra ocasión, me robé un par de servilletas y le pedí un lápiz a la cajera. Me hundí en la tinta y comencé a esbozar melosías descarnadas. Y he ahí la visualización del problema, al darme cuenta que perdí un poema.
El de las quimeras y las luchas por futuro.
El de revoluciones completas.
El poema que me erizara el alma.
El verso valiente proponiendo más que monedas.
El poema describiendo el fin de soledades.
El verso intransigente para los perpetuadores.
Me revelé a la estática, a la victoria del verso sobre el asesino de mi poeta. Y brinde por el recomienzo, por los versos venideros y mis compañeros que acompañarán el camino al renacer de los poetas adormecidos en los bares de esta ciudad oscura.
Al día siguiente una llamada me recordó que debía seguir blufeando por el camino de las estructuras. Se me perdió un poema una y mil veces.

martes, 31 de marzo de 2009

La Vida y La Libertad


Suena a canción de la trova, y aunque lo es, aquí no lo es tanto. Más bien se refiere al enfrentamiento cotidiano con el dilema de Ser, pero Ser Libre. De enfrentarse a las traiciones cotidianas y a las muertes que conlleva. Como al mismo al tiempo, abren un espacio de posibilidades para reinventarnos, para reinventarme en mí y en ustedes, en ti. Como al mismo tiempo son espejos de dolores lejanos y de los que vendrán sin duda.
Y es que la libertad tiñe de amargura nuestras amadas cadenas. Como en el parto la cría, como la madre. Porque la libertad es tan macabra como la selección natural, y a diferencia de ella, no siempre es adaptativa.
En el romper de este eslabón que aun ni siquiera comencé a saborear, me quedo con una serie de siempre incompletos aprendizajes e imágenes. Me quedo con un café y con la palabra, con un apretón de manos, símbolo de la esperanza mutua de construir con otros un espacio en donde seguir construyendo dudas. Me quedo con internados, con niños y niñas desesperanzados del futuro. Me quedo con los mismos niños y niñas, en los mismos internados, construyendo “un algo” cuando logramos condimentar el aire con una pizca de futuro. Me llevo a cuesta la politiquería, pero también la política consecuente del maestro que espada en mano abre caminos donde incluso la manoseada Educación 2.0 olvido que había niños con los ojos abiertos como huevos fritos. También me llevo la desesperanza de tantos otros maestros que en sus acciones no cosechan frutos. Me llevo también mi tristeza al ver a aquellos que sin acciones se atrevieron a darlo todo por perdido. Cargo también con mis errores y mis renuncias momentáneas, con mi debilidad y mis contradicciones, también me las llevo para seguirlas enfrentando. Me llevo un par de lágrimas íntimas desde la impotencia de no poder hacer más, y un par de lágrimas más cuando sentí que hicimos algo…
Pero me voy sin rabias, me voy con mi tristeza. Esa que me mueve a intentarlo de nuevo y a creer que es posible reinventar el sueño hasta dar con la ecuación que permita construir con un par de certezas. Las de vida, las de libertad.

martes, 17 de marzo de 2009

miércoles, 4 de marzo de 2009

Grito


Cerró los ojos y no volvió a abrirlos.

El dolor se lo dictaba.

La historia se lo recordaba.

Esa poética neurosis de frecuentar los puertos,

sin quedarse a vivirlos.

Cerró los ojos por miedo al espejo que se le ofrecía al frente.

No confiaba en ella.

Cerró los ojos y se olvido de que podía abrirlos.

Y él se quedó mirando el mar donde un día juraron encontrarse.

viernes, 20 de febrero de 2009

Bitácoras de viaje: La rebelión del hombre, o simplemente Antofagasta.

En medio de todo esto, me recuerdo de mi sur lluvioso. Traigo a la memoria los olores, sabores, y por sobre todo, rememoro las historias de colonos que construyeron entre selvas un porvenir para la historia de la tierra que me heredaron.
Abro los ojos y veo donde me encuentro en el aquí y el ahora, y confieso que por un segundo me siento engañado. Y en este punto me conecto con mis tripas, y se me llena la vista y las manos de tinta.

Este espacio hasta hace poco desconocido tiene una particularidad rebelde, que es la que me interesa y destaco. Me conmueve su historia y la de sus hombres, que desafiando los deseos de dios o de miles de dioses abrieron vida en medio de una llaga inferida por dios a la tierra. La vida en medio de la muerte. La muerte observando incesantemente desde los todopoderosos cerros yermos. Esos mismos cerros recordando a cada instante la deuda insoslayable de la existencia a sus habitantes. Porque en Antofagasta la muerte es reina y señora y la vida es una golfa esclava que le baila y canta diariamente para que le perdone la vida.
Este espacio es de héroes olvidados que deambulan por las calles. Con las pieles tiznadas. Con los ojos perdidos. Con la angustia de la deprivación. Con el hambre de la droga, único alimento que les recuerda que un día tuvieron fuerza para abrir camino entre la muerte que los rodea. Ciudad de indigentes, ciudad ostentosa. Ciudad de mierda, ciudad de cobre.

Y en este punto vuelvo y ya no me siento tan engañado. Sigue siendo Chile. Yo del sur pobre construido en una llaga rodeada de vida, ellos de un norte rico sentenciados por la mirada omnipresente de la muerte.
Sigue siendo Chile, con la miseria durmiendo a los pies de la grandeza. Y ninguna de las dos se inmuta.

martes, 13 de enero de 2009

Catatonia 3: Si te vas



Si te vas,
te guardaré en un cofre el puñado de astillas que me quedan como corazón,
para ver si vuelves a buscarlos.

Si te vas,
el cine no tendrá sabor a fiesta,
las cabritas no serán banquete,
tu bebida te durará más.

Si te vas,
volveré a escribir poemas,
dejando de vivirlos en tu ser,
escribiendo con tinta lo que es de tu piel.

Si te vas,
tendré más rimas que ideas,
mas noches de guitarra que cenas.

Si te vas,
volveré a dormir por cansancio,
menos por ganas de tus brazos.

Si te vas,
otra vez vuelvo a mi ombligo,
para creer que un día sin sentido,
quieras sentarte a mirar el cielo conmigo.

lunes, 12 de enero de 2009

Catatonia 2


La pieza ya no soporta el olor a descompuesto del fin de semana.
Se me pudre la boca.
La polera está tiesa.
El cabello y su grasa.

La vida que se sigue escondiendo.
Tus insoportables fantasmas.
La culpa que se ríe de mi muerte progresiva.
El cenicero que se desparrama.

Mis delirios constantes.
El teléfono que no me habla.
Cuatro flechas en el pecho.
La guitarra abandonada.

Esta mala novela.
El dolor que no tranza.
Y tú que no vuelves.
La muerte no tranza.
Y tú que no vuelves.
La botella se acaba.
Y tú que no vuelves.
Las lágrimas que rajan.
Y tú que no vuelves.
El revólver en la garganta.
Y tú que no vuelves.
La vergüenza que calma.
Y tú que no vuelves.
No vuelves porque no queda nada.

Catatonia 1


Mientras sigan ardiendo nuestros sueños en tus ojos me seguiré alimentando,

mutando desde lo irremediable a lo transitable,

esperando por tu boca,

renovándonos la fe.