jueves, 14 de mayo de 2009

Se me perdió un poema


Una noche como tantas, escape a un bar a emborracharme. Escapar del asesino de mi poeta que coexiste entre mis carnes. Escapar de la inocencia del hombre público que aparece en Google, registros indexados, y tanta otra porquería. Escapar de la tormenta cotidiana de lidiar con los dos bandos de mi sentir.
Así que tome mi sombrero, me puse mi abrigo y fui a la barra de siempre. Pedí lo de siempre. Comencé mi camino a la embriaguez sin retorno. Busque entre mis bolsillos algún papel, algún lápiz. Nada. Entonces, como en alguna otra ocasión, me robé un par de servilletas y le pedí un lápiz a la cajera. Me hundí en la tinta y comencé a esbozar melosías descarnadas. Y he ahí la visualización del problema, al darme cuenta que perdí un poema.
El de las quimeras y las luchas por futuro.
El de revoluciones completas.
El poema que me erizara el alma.
El verso valiente proponiendo más que monedas.
El poema describiendo el fin de soledades.
El verso intransigente para los perpetuadores.
Me revelé a la estática, a la victoria del verso sobre el asesino de mi poeta. Y brinde por el recomienzo, por los versos venideros y mis compañeros que acompañarán el camino al renacer de los poetas adormecidos en los bares de esta ciudad oscura.
Al día siguiente una llamada me recordó que debía seguir blufeando por el camino de las estructuras. Se me perdió un poema una y mil veces.

2 comentarios:

Violet Hill dijo...

Casi sentí el olor del licro... digo casi porque estoy resfriada... Me gustó tu texto, mucho... al igual que todos y ninguno... Un abrazo frío y verde...

Violet Hill dijo...

era licor...