martes, 23 de diciembre de 2008

Mi silencio

Que por qué cayo me preguntan.
Yo solo responderé con el grito mas macabro de mi dolor, mi silencio.

lunes, 2 de junio de 2008

De cuando venías


Te vi crecer junto al sueño de que estuvieras ahí,

y comencé a creer que me salvaría el amanecer de tu vida.

Construí castillos mientras escribía tu venida,

y mi mano fría buscaba tu calor que ya imaginaba…que no llegaría.


Porque cuando todo comenzaba a configurar lo inesperadamente hermoso,

el sendero que elegí cuando no te esperaba

volvió a castigarme y a robarte de mis brazos cuna.


Yo tenía un cuento que contarte,

tenía mis espadas ya cansadas,

un corcel imaginario,

muchos miedos para vencer contigo.


Tenía un beso cada noche,

la estufa prendida en las mañanas,

una palabra tranquilizadora por las noches,

un helado de domingo en los veranos.


Tenía una lágrima para cuando crecieras,

un pecho abierto para cuando creyeras,

las manos de algodón para cuando perdieras,

un silencio eterno para cuando te fueras.


Y todo se torna tan triste,

ahora que todo lo encierro en el baúl de lo imposible.

lunes, 28 de abril de 2008

Duele

Unto la pluma en la llaga abierta y me pongo a escribir.


Me atrevo a decir que duele desde el mar al hueso,

desde la infancia al sueño,

del escondite a la certeza,

desde la pobreza al beso.

Duele desde todas partes

y hacia el todo que es nada.


Duele creer que ya no duele

mientras mastico el vino tibio.


Duele que hayas venido de una forma,

duele que te quedaste de otra.

Duele porque estás y estás ausente,

duele porque estás y no quieres venir.



miércoles, 23 de abril de 2008

Buena suerte y hasta luego


Me voy para poder volver a buscarme,

aunque algo obligado y con desgano,

igual me voy aunque quisiera quedarme.


Me voy para transformarme,

para poder de una vez encontrarme.

Me voy porque estoy cansado

de andarme hiendo siempre.


Me voy porque quiero quedarme conmigo

y que alguien se quede conmigo sin miedos,

y que me sueñen como yo sueño.


Que construyamos,

que nos reconstruyamos.


Me voy vacilante,

muriendo un poco al pensar que me voy

y que tal vez ya no haya nada cuando regrese.

jueves, 20 de marzo de 2008

Amar


Una tripa loca,

infrahumana,

que habita ermitaña cerca del pecho,

que está mala gestada por el paso del tiempo,

vino a susurrarme una herida esta noche plutónica.


Me dijo al oído con triste ironía:

“El amor es esperarlo todo.

No recibir nada de lo que esperas.

Y aun así seguir amando

hasta que la sangre haga rechinar las tripas”.


Y yo como siempre fui contestatario

puse en juego toda mi estrategia.


Le invite a mi mejor botella de vino

y comencé a contarle sobre tus ojos,

sobre las erupciones,

los temporales de viento.


Le conté de las canciones,

de los versos,

de los sueños rejuvenecidos,

de las revoluciones a carne viva.


A la segunda copa estaba tan borracha,

que no fue capaz de un solo contra argumento.

jueves, 13 de marzo de 2008

Los segundos que perdemos


Desnudarse ante la cama vacía,

es como vaciar las esperanzas que quedaron antes que viniera la sombra

inmiscuyéndose entre la luz que hace segundos regalaban tus ojos.

Es creer en esta oscuridad absurda que ya no queda nada,

sabiendo que tienes tanto para regalarme.

Es conocer el miedo,

es navegar entre tus pairos,

es desconocer el rumbo fijo,

es embarcarse en los segundos.

Es tanto de nada,

y es tan todo de lo que siempre sueño,

que la poesía se vuelve absurda

observando que vive entre la distancia de tu labio superior hasta tu labio inferior.

Ahí se envuelve el misterio de mis noches desveladas.

Y hoy la encuentro.

Pero te encuentro en medio de tus miedos.

Y yo queriendo la lucha que espere y ya no esperaba.

Y yo soñando los sueños que ya no tenían ventanas

para mirar el mar de las olas que revientan cuando aparece tu beso.

Y yo queriendo ser libre,

y tú aferrándote al yugo.

Y yo amándote tanto que solo se escribir este absurdo.

martes, 4 de marzo de 2008

Por ti


Será que busco vida entre el amanecer de tu piel

y encuentro jardines indescriptibles,

huracanes de color estremeciendo las sombras que atesoré junto al tiempo que parecía inalterable en su estación oscura…

la que llenó de sarcasmos mis intentos de ver la luz en el centro de mi piel.

Pero eres revolución.

Rebelión desde la carne que transforma el alma de las cosas,

las reconfigura dándole sentido al beso que me regalas esta tarde

en donde todo el viento del mundo acompaña mi grito de libertad,

abriendo el mar, expulsando los cuervos.


Es la que no me deja seguir escribiendo frente a esta pantalla

y comienza a arrastrarme

para escribir mis sueños en su piel

mientras desordenamos la cama.

viernes, 29 de febrero de 2008

Jueves 4.37 am: Parafraseando al héroe del silencio

La noche embriagando los sentidos, manoseando las esperanzas, maldiciendo la noche. O sea a sí misma, al mismo que maldice. Retozando la embriaguez del crepúsculo de la rueda de la fortuna. Soñando con las canciones que nunca creé, pero que viví en una tocata oscura… sangrienta… pero llena de sueños que eligieron ser oscuros por temor a ser una luz tan luminosa, que podría llegar a encender las quimeras más imposibles del inconsciente. Maldiciendo el amanecer que aparece insurrecto por la ventana del fin del verano.

Y no se puede dormir ante tanta hermosura solitaria.

Amanece tan pronto… y yo tan fuertemente débil, soñando con que puedo manejar todo esto… nada me puede tocar. Todo me toca y nada me apresa a sus razones, a su conciencia consiente.

Y tú estás pero no estás. Estás en la memoria del futuro, en el inicio del fin. Porque la perfección de tú encuentro es la amenaza de configurar la historia que rompe la melancolía. Es el aviso de la vida que desterré hace cinco dolores atrás. Es la condena de vida a mi muerte anticipada. Porque amenazas con luz esta oscuridad instalada. Porque le dices que si a este no rotundo.

Y tus estrellas iluminan, sirven de guía. Contagian cual analgésico la enfermedad que cuido tozudamente. Y me puedes tocar.

Y no me arrepiento de haberte regalado mi oscuridad. No me arrepiento de tus miedos, de tus lágrimas desilusionadas. Eso es lo que fui… lo que ya no soy ante tus ojos de plaza pública… de silencio… de desierto.

Tus ojos…los dos puntos donde confluyen las mas oscuras luminosidades del credo que hoy esbozo. El credo que convierto en rock. Que canto con mi voz pastosa, castigada por mis cigarrillos que tanto odias y que tanto disfruto. Con estas borracheras amargas de extrañar tu cuerpo, de excomulgar tu ausencia… porque tu ausencia es el único pecado que reconozco. Porque tu ausencia, ésta y todas las noches, es el infierno de ésta mi pagana existencia. Este infierno en el que me revuelco hasta tu próxima proximidad… en la espera de lo que tal vez me darás. En lo que he esperado siempre, que no esperaba que llegara, y que ya no puedo esperar mas, sino solo intentar vivir.

Todo tiempo futuro será mucho mejor. ¿Podrías creer en mi?.

domingo, 24 de febrero de 2008

La Herida


La que se hace notar en el momento menos esperado. Cuando ya no la espero. Cuando ya casi la olvido. Esa que se reabre y desaloja las esperanzas que pretenden avecinarse por mi ventana. La que me recuerda, me castiga, me culpa y no me deja mirar hacia el norte del día.


Por la cual pierdo todo, por la cual no conservo nada.

Porque ni siquiera la tengo a ella, sino que es ella la que me tiene y me deja cuando quiere. Porque no la quiero y la conservo con una pasión inefable.

Porque sigue siendo la gran historia, el hilo conductor dentro de mis pequeñas escenas, determinando el curso de los acontecimientos, atándome las manos, escondiéndome el sol.

Porque a pesar de que esta tarde gris de domingo sureño la maldigo y la expulso, la dejo sangrar y yo sangro con ella. La zurzo por enésima vez con los hilos de las razones que me ha dado tu encuentro.

Maldigo esta llaga que te hace horrizarte ante mi piel, que me aleja del sueño que trajiste a este espacio de la materia que solo esperaba nada. Maldigo el surco que soy yo mismo, maldigo mi esencia herida, mis sueños heridos, mi estúpida agonía adelantada por no esperar tu encuentro.

viernes, 22 de febrero de 2008

Recordar un dolor


Me recuerdo caminando,

huyendo desesperado de la altura,

crucificando amaneceres de las ideas,

construyendo el movimiento de mis redes,

estableciendo leyes discontinuas para lograr verme.

Y me recuerdo agonizando por los amaneceres,

edificando risas falsas por estirar la cara,

manoseando las cenizas de mis sueños infernales,

descifrando el continuo curso de la vida atormentada.

Me recuerdo tan infinitamente humano,

que hoy me siento muerto ante tu beso.

jueves, 21 de febrero de 2008

Al parecer me amaste


Madrugada otra vez. Los sueños gobiernan las ideas que presurosas se pasean por mi mente a estas horas. Y es que hace tanto tiempo que tu recuerdo se burla de mis cigarrillos, mis caminatas y borracheras. Hace tanto que no duermo planificando el encuentro. A veces te asesino y a veces te tomo, como en aquellas tardes, a escondidas, apresurados, jadeantes, enteros. Temerosos, sin duda, de que en cualquier momento alguien irrumpiera y descubriera el secreto que por los atardeceres gritaban a toda voz los pájaros que se abalanzaban sobre el cielo gris que cubre el firmamento de Temuco. Temerosos el uno del otro, de las mentiras que ambos escondíamos, por las cuales nos odiábamos tanto que no podíamos separarnos, esas mismas mentiras que hacían del sexo un placer tortuoso: yo esperaba verte explotar en cualquier momento, tú querías siempre más. Yo siempre te daba más destruyendo tu sueño de verme vencido.

Y así pasaban los días, esforzándonos por decepcionar al otro, retozando nuestros cuerpos húmedos cada vez que el espacio lo permitía. Yo volvía más tarde a casa y me sentaba a mirar la lluvia en la ventana de mi pieza, mientras me invadían visiones de cómo te sacabas la ropa ante los ojos deslumbrados de él, sus manos sobre la piel que yo había mascado hace unas horas. Y fumaba. A veces bebía. En realidad, siempre bebía. Y salía a las calles, como intentado que la lluvia camuflase mis lágrimas negras, declamando maldiciones a la luna tan perfecta y golfa como tú. Y el revólver en mi cabeza tras cada borrachera prometiendo la salida, seguido del espantoso horror de que la bala me matase a medias y que toda la perfomance suicida revelara el secreto que solo ambos conocíamos.

Ya amanecía y la luz que tímidamente entraba por la ventana me recordaba que debía funcionar, esconder de mi rostro cualquier expresión de dolor y sonreírle a todos, incluso a él. Y tú me saludabas, como adivinando cada uno de los hechos que habían acaecido durante la noche. Yo te odiaba tanto que al sonreírte sentía un exquisito placer, al adivinar que la sonrisa de mi cara te provocaba un dolor inmenso y una culpa indescriptible. Luego quedábamos solos por unos minutos y nos mirábamos sin decir nada. Nuestras almas luchaban en el espacio, solo yo podía ver tú alma a través de esos ojos. Tú te sentías desnuda, yo disfrutaba tu dolor tanto como tu cuerpo que reconquistaba cada tarde y en donde volvía a amarte y a perdonarte, a perdonarme, a perdonarnos.

El día de tu funeral, todo el mundo se preguntaba por qué te habías clavado esa bala en el corazón. Solo yo sabía porque y no pude contárselo a nadie. Me extrañó, sin embargo, que no te la clavases en los sesos. Todas las triquiñuelas que inventamos deberían haber situado la culpa en tu cabeza, no en tu corazón. De todas formas, creo que me dejaste un último mensaje: al parecer me amaste.

lunes, 18 de febrero de 2008

Este es el fin (Extraído de “La Inmortalidad”, libro de cuentos jamás terminado ni publicado)


Abultaba maldiciones entre los ojos. Maldecía entre silencios sus pasos. Con todo y más, se fue en busca de la respuesta a tanta mierda, a tanto cadencioso atardecer sin metáfora alguna. Él no entendía las razones de aquella última razón que lo levantaba, sin embargo, apostó por seguir su intuición, la misma intuición que lo había llevado al desgraciado punto en el que hoy se encontraba. Pero hoy era diferente, incluso el cielo se vestía de azul y gris al mismo tiempo. Él lo miraba un poco sorprendido, un poco irónicamente esperanzado en que aquel extraño firmamento fuese una señal de lo que estaba esperando por años.

- Una de diez – le dijo secamente al hombre del quiosco, mientras sus manos temblorosas cogían el encendedor que llevaba en el bolsillo derecho de la chaqueta. Abrió presurosamente el paquete de cigarrillos, aspiró el humo como quien respira por vez primera. Le lanzó una mirada al hombre del quiosco y partió.

Por la calle se cruzó con muchas gentes. Pensaba en lo paradójico de la ciudad. Por una parte – comentaba consigo – hemos llegado a vivir en grandes urbes por la necesidad de protegernos de los agresores, por otra, cada uno de los que hoy me cruzo son una pequeña urbe paseándose entre las otras, con grandes construcciones que intentan simbolizar la solidez interna de la provincia de sí mismos. Todos protegiéndonos de todos, todos solos caminando sin sentido, intentando construir lo más alto para ser vistos, no para ser altos. Sólo construcciones – pensó - aún más desesperanzado.

Cruzó la calle como intentando encontrar algo diferente al otro lado de la avenida. En una plazoleta vio a una pareja de estudiantes, escondidos entre las sombras inextrincables que dan los árboles cuando se mimetizan con los arbustos. Él la manoseaba por debajo de la falda, por debajo de la blusa. Ella lanzaba tímidos y falsos gemidos que alentaban al púber. La carne nos hace soportar, nos esconde por momentos de la nada – pensó entre una histérica carcajada – nos lleva a resucitar los sueños de gloria que dejamos en la adolescencia, en pleno descubrimiento de la carne. Comenzaba a entender lo que le preparaba aquella tarde de octubre.

De pronto decidió volver al departamento. Apagó todas las luces, prendió la música, tomó una botella de vodka que estaba a medias, encendió un cigarrillo. Salió al balcón. Desde allí observó por largos minutos la ciudad que comenzaba a prender sus luces. Ya anochecía y en ese anochecer se dormían las esperanzas de encontrar la respuesta, la que lo había levantado de la cama esa tarde después de tres semanas de amarga agonía a cortinas cerradas. Este es el fin – dijo acompañando la canción que salía desde los parlantes – y se dejó caer desde el noveno piso.

Mientras caía dibujó en su cara una sonrisa y se oyó un grito burlesco llamando a su madre. Al reventarse en el asfalto, se abrieron las jaulas que apresaban las palomas de su cabeza. Yo impresionado fui a ver de donde salían las palomas, pero ya se habían ido todas. Así que tomé los cigarrillos de su pantalón y la botella que había sobrevivido al golpe contra el piso y me fui a caminar como siempre, buscando mi respuesta.

viernes, 1 de febrero de 2008

Tu desnudez


Recorrer los surcos,

las grietas,

los relieves,

los llanos.

Saborear el oasis de tu lengua.


Seguir la dirección de la respiración agitada.

Mascar el vapor que se eleva desde la piel.


Conocer la carretera de tu espalda,

y ser un conductor suicida hacia tu cuello.


Liberar las manos,

los dedos como pinceles.

Masticar la sal,

inhalar tu aliento.


Los ojos las ventanas,

las piernas la escalera.

El beso la locura,

los músculos hinchados.


La muerte mas hermosa,

perderme entre tu piel.

lunes, 28 de enero de 2008

Llorar


Llorar el arrebato

y después llorar por el arrebato y sus consecuencias.

Y desde ahí empezar a llorar.


Llorar las calles y sus luces.

Llorar los cementerios en la noche.

Llorar las flores, los unicornios.

Llorar a lágrima partida.


Llorar en los matrimonios, en los cumpleaños.

Llorar por ternura, por espanto.

Llorar la vida, llorar la muerte.

Llorar los ojos, llorar los huesos.


Llorar como un cielo sureño.

Llorar a temporales.

Llorar a brisas.

Llorar a besos.

Llorar a caricias.


Llorar con sangre.

Llorar con vino.

Llorarlo todo.

Y llorar nada.


Llorar la tierra.

Llorar las ganas.

Llorarse entero a los recuerdos.

Llorar por miedo al futuro.


Llorar en silencio.

Llorar a gritos.

Llorar las monjas.

Llorar los credos.


Llorar de ironía.

Llorar de culpa.

Llorar de sueños.

Llorar adelantado.


Llorar.

Siempre andar llorando.

Llorar porque es tan triste andarse riendo de nada.

jueves, 24 de enero de 2008

De todos mis personajes te elijo a ti



Esta tarde se hizo tarde.

Los personajes de mi vida se me cruzan uno a uno por delante de los ojos. Me recuerdan épocas, ideas, sueños, temores, rabias, revoluciones dentro y fuera de la piel. Mi historia y la que inventé. Mis traiciones y mis aciertos. Mis heridas y mis galardones. Mis mentiras y las verdades que tengo y tuve.

Todos mis personajes, uno por uno, me presentan su currículo. Los escucho, los sonrío, los lloro. Me miran y los conozco. Algunos de ellos me desconocen y arrancan asustados. Los otros se quedan un rato para luego comenzar a irse. Se despiden y desaparecen. Uno de ellos se queda conmigo y me ofrece fuego para el cigarrillo que tengo en la boca. Aquel que reúne a varios de los otros. Aquel sin época. Para el cual mi paradoja constante es parte de su esencia, sin la cual no existiría. Ese que tiene tanto de mí y tan poco del que el mundo conoce. Mi poeta.

Esta tarde se hizo tarde.

En el cielo no hay arreboles sino una tarde dolorosa, las ventanas muriéndose de amor, y los pulpos con sus ventosas se beben toda la sangre del sol (V.H.). Porque el verso transforma el mundo, las visiones. Describe el alma de las cosas y se olvida de las estructuras. Porque el poeta crea mundos, porque al minuto los destruye en medio de una tragedia. Porque el verso es la flor y la metralla. Porque la melancolía es su espacio de posibilidades y desde ahí ama y odia. Porque en todo ve sincronía y no casualidades.

Porque en cada poema me reinvento. Porque en cada coma respiro, en cada tilde determino una verdad, en cada punto puedo dormir en paz.

miércoles, 23 de enero de 2008

martes, 22 de enero de 2008

Condena Fantasma

Esa hidalguía ante la herida,

ante lo que siempre sabemos que vendrá.

Esa manía por lo absurdo,

esa inocencia de siempre creer en los espirales

aunque viviendo siempre en círculos.


Esa certeza de no tener nada… y entregarlo todo.

Esa tozudez de despedirse y nunca irse.


Esa rebelión de beber whisky,

teniendo el alma llena de vino.

Esa estupidez de regalar flores

cuando deberíamos ofrendar balas.

Esa manía de redimirse

sabiéndonos malditos.

Eso de embriagarse solo… y esperar.

Esto de ser fantasma,

este amor tortuoso con la desdicha cotidiana.

Esto de ser fantasma,

y entregar en cada paso el alma.


Para ti Omar, hermano fantasma de las trincheras absolutas


domingo, 20 de enero de 2008

De adentro pa`afuera

Perderse unos días para encontrarse.

Buscar entre las cosas que siempre odie de mí.

Boxearme para luego acariciarme y volverme a querer.

Saber que todo se mueve incluso yo mismo...y entenderlo.

Reconciliarme con mi tozudez.

Entender mis miedos y desheredarlos.

Saber que nunca lo bueno es fácil.

Asumir que lo fácil nunca me gustó…y amarlo.


Vuelvo y te busco hasta que te encuentro.


Alegrarme porque puedo querer.

Enorgullecerme porque quiero querer.

Porque el miedo es pasajero.

Porque el alma es inmensa.

Porque me atrevo a verte.

Porque quiero que me veas.

Porque escribo y sueño.

Porque voy a buscarte.

Porque ya no te espero más.

Porque tu miedo me energiza.

Porque tu duda me alimenta.


Porque tus sueños, sin quererlo, son los míos.

domingo, 13 de enero de 2008

Principio de incertidumbre

Es imposible efectuar mediciones simultáneas de la posición y velocidad de una partícula con precisión infinita. Esto es lo que la física cuántica denomina Principio de Incertidumbre y fue descrito a través de estudios con electrones.

Pero, ¿que hay de lo “humano” en los fenómenos físicos? ¿No es acaso esta descripción aplicable al comportamiento humano?. Mas específicamente, ¿no es acaso este principio aplicable al ámbito de las emociones, de las relaciones?.

Me parece que si bien en ocasiones podemos observar e identificar la emoción que está en el trasfondo de nuestras acciones, nos es difícil observar como determina el movimiento (o espacio de posibilidades en palabras de Etcheverría), y por tanto, desconocemos la velocidad que gatilla en el comportamiento. Como la culpa retrasa los duelos, como en ocasiones la euforia dificulta la empatía y, por tanto, retrasa el llegar al otro. Sin duda, la lista puede extenderse mucho más.

El rodeo de los tres párrafos anteriores es para llegar a donde siempre. Al electrón para quien me importan estas reflexiones. Esta pequeña y compleja partícula que habita en el universo y que soy yo mismo.

El principio de incertidumbre me obliga a una elección: saber adonde estoy ó saber hacia donde me muevo. Que hacer ante ello. Hasta ahora creo que me he dedicado ha saber donde estoy. La poesía me ha ayudado a hacer descripciones bastante detalladas de mis estados emocionales. También me ha permitido, en cierta forma, saber hacia donde quiero ir, pero no hacia donde efectivamente me muevo.

El movimiento es una de las falencias de este electrón. Como describí en Como en las películas, mis movimientos han operado bajo la lógica del Eterno Retorno, es decir, en órbitas cerradas donde las escenas se repiten. A raíz de ese escrito un Ángel me dijo “La diferencia entre las películas y la vida real es que en la vida real podemos cambiar el final”. He ahí el principio de incertidumbre: la posibilidad de elegir por el movimiento. La conciencia de los círculos cerrados, de lo que “siempre pasa”, lo que “siempre hacemos” nos permite dejar de lado el saber a donde estamos. Porque simplemente desde la lógica del saber donde estamos no priorizamos el movimiento y nos dirigimos inexorablemente a inicios y finales repetidos. Sin duda, esto es necesario. Pero si ya sabemos que serán círculos cerrados ¿Por qué no elegir por el movimiento? ¿Por el hacia donde me muevo?

Volviendo a la descripción física, si elijo medir la velocidad del movimiento me concentro en el cómo expandir la órbita, y así desde esta lógica, en el donde quiero llegar. Ni siquiera cómo, sino dónde.

La papelera de reciclaje comienza a amontonar frases como ¿Por qué siempre hago daño? ¿Por qué siempre me hacen daño? ¿Por qué no puedo sonreír?. Y muchas otras más.

Darle el paso a lo que sueño y lo que quiero y simplemente atreverse a vivirlo.

Para el Ángel, tanto como para mí.

jueves, 10 de enero de 2008

Como en las películas

Como en las películas la vida se transforma y las historias se repiten una y otra vez. El eterno retorno postulado por Friedrich Wilhelm Nietzsche. El maldito eterno retorno de mi vida.

En el eterno retorno, como en una visión lineal del tiempo, los acontecimientos siguen reglas de causalidad. Hay un principio del tiempo y un fin que vuelve a generar a su vez un principio. Sin embargo, a diferencia de la visión cíclica del tiempo, no se trata de ciclos ni de nuevas combinaciones en otras posibilidades, si no que los mismos acontecimientos se vuelven a repetir en el mismo orden, tal cual ocurrieron, sin ninguna posibilidad de variación. Una y otra vez. Herida tras herida.

Como en las películas, pero en las películas de verdad. No en las de porristas y mariscales de campo. En las películas donde el poeta queda agonizando en el aeropuerto. Donde no hay un beso en la escena final que lo rescate del suicidio.

Como en la película de mi vida. Esa seguidilla de escenas con mecánica idéntica. Esas escenas que siempre terminan cuando Ella no me elije, porque elije bien, porque nadie quiere morir con los dientes clavados al vagón del tren. Escenas oscuras que abusan del alcohol, de la locura y de ideaciones autodestructivas.




Y aquí comienza una nueva escena. Es Enero y llueve. Porque el dolor no tiene estación. Porque la soledad vive de Enero a Diciembre. Porque si hoy no me siento completamente solo, es porque siento que la lluvia, el frío y todo este invierno en Enero, sincroniza sus manifestaciones con los versos que se escapan por las llagas de mis tripas.

De nuevo en escena, con los ojos cansados, las esperanzas adoloridas. Llueve y hay viento. No me queda nada, porque nunca lo tuve. En cualquier momento el director dirá acción.

domingo, 6 de enero de 2008

Un extraño Domingo


Los Domingos. Esa extraña venganza del Caos que te recuerda que en medio de los hilos eléctricos sobre los cuales se sostienen las Estructuras solo habita la Nada. Estos extraños Domingos que siempre me llevan a escribir, a describirme, a encontrarme un poco mas de lo que lo hago en los seis días restantes.

Porque el Domingo hasta dios se siente solo. Los feligreses van a la misa, así como yo almuerzo con mi Madre; y luego a sus casas, como yo vuelvo a la mía. Y dios queda solo, y nadie se pregunta en que ocupará la tarde… es por eso que a veces me siento un poco de dios y siempre lo malentienden.

Y es que hoy es Domingo. Y estoy solo y resfriado. Pero este Domingo es distinto. Porque llegó la llamada que quería que llegara. Porque por fin puedo hablar de los Domingos sin que se me surquen las venas. Porque a pesar de que hoy puedo describirlo estático ha perdido Estática, comienza a moverse en medio del Caos hacia un lugar desconocido.

Pero si soy sincero debo volver a la llamada. ¿Qué tan circunstancial puede ser esta resignificación del Domingo? ¿Qué tanto tiene que ver la llamada que siempre soñé que llegara un Domingo y que hoy llegó? ¿Acaso dimensiona ella (la de la llamada) lo que acaba de producir en mi espacio de posibilidades? ¿No es acaso todo esto una relación causal transitoria que puede ser totalmente descompensada el próximo Domingo sin llamada? ¿Necesito estar resfriado el resto de los Domingos de aquí a la eternidad y así manipular las circunstancias?.

Las respuestas en orden cronológico: Muy. Mucho. No. Si. Ni idea.

sábado, 5 de enero de 2008

Lo que tengo, lo que quiero tener

Tengo un poco de tos que me ha acumulado el cigarro,
un montón de papeles arrumados que me sirven de excusa para escapar al pasado,
una botella y mil vasos para brindar con quien sea,
una colección de piedras que acumulé en mis trincheras.

Tengo un collage de fracasos, dos ejércitos de miedos
una caja de zapatos llena de extraños recuerdos.
Una espada quebrada, un corcel depresivo
dos ceniceros que despiertan repletos cada mañana.

Tengo la espalda chueca, los hombros pesados
los pulmones negros, el hígado hinchado.
Un arsenal de sueños por las mañanas
un huracán de rabias en mis ebrias madrugadas.

Tengo una colección de discos que ya casi ni escucho,
una foto de cuando era niño que me hace llorar.
Un pasado oscuro, un presente plano
un futuro incierto, unas ganas de gritar.

Pero tengo la extraña impresión de que tengo otras ganas.
Tengo ganas de verte
pero verte en serio.
Verte desde dentro para afuera,
verte cuando miras para otro lado,
verte desde atrás y de costado.

Tengo las manos vacías y las ideas temerosas,
tengo este poema que no leerás.
Tengo premura por dormir en tus brazos,
tengo tantas ganas de amar.




El loco en el precipicio

Esto empieza.

Y como todo lo que empiezo no se donde terminará.

Pero esta bien.

Lo único que puedo argumentar es que me anima el deseo de generar un espacio de catarsis publico.

Un espacio donde mis tripas encuentren descanso y se sientan parte de algo por una vez en su vida.

Y es que también es un desafío para este 2008 que comienza: encontar un lugar en la tierra, como lo soñó la Violeta.

Espero correr mejor suerte.

Esto empieza.

Y empieza con un aire a melancolía.

Como siempre.

Empieza con un sueño dentro de los ojos de una mujer.

Como siempre.

Empieza con un mar de temporales en medio de la lengua.

Como hace años no ocurría.