Una tripa loca,
infrahumana,
que habita ermitaña cerca del pecho,
que está mala gestada por el paso del tiempo,
vino a susurrarme una herida esta noche plutónica.
Me dijo al oído con triste ironía:
“El amor es esperarlo todo.
No recibir nada de lo que esperas.
Y aun así seguir amando
hasta que la sangre haga rechinar las tripas”.
Y yo como siempre fui contestatario
puse en juego toda mi estrategia.
Le invite a mi mejor botella de vino
y comencé a contarle sobre tus ojos,
sobre las erupciones,
los temporales de viento.
Le conté de las canciones,
de los versos,
de los sueños rejuvenecidos,
de las revoluciones a carne viva.
A la segunda copa estaba tan borracha,
que no fue capaz de un solo contra argumento.
6 comentarios:
Que las promesas sean cumplidas, y que la libertad sea nuestra mejor arma... no hay mayores razones que esa para amar...
Te noté algo decepcionado... Gino, a veces estamos tan metidos en nuestro pequeño ego sin ego y es tan poco lo que creemos en nosotros que no nos damos cuenta que hay alguien amándonos con tanta intensidad... ay amigo mío... tengo miedo... quería escribir algo pero ya lo olvidé...
parto el domingo
a Santiago.
Con mi pañoleta violeta, mi guitarra, un bolso y tus poemas impresos en mi morral. Bueno también unos cuantos euros.
Un abrazo
Magdalena
Si se camina de espaldas al '?', siempre se cae en, él, y si no bueno duele por no caer en el.
"...y comencé a contarle sobre tus ojos,
sobre las erupciones..."
Los cataclismos que crea, sus mareas y su mirada -altanera- de diosa dispuesta a pasar el tacón sobre el que la AME, para luego -en una copa- entregarle sus entrañas: el vino que bebes.
contestatario ante esa tripa que se amarra al cuello, queriendo patear la silla que sostiene el vino temporal en sus gruesos labios de copa...
Me encanta esta expresión tuya, y más la sensación que me queda...!
Besos,
Lyla_ me gustó tu blog... no había visto las cosas desde el mundo de Alicia...
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