jueves, 10 de enero de 2008

Como en las películas

Como en las películas la vida se transforma y las historias se repiten una y otra vez. El eterno retorno postulado por Friedrich Wilhelm Nietzsche. El maldito eterno retorno de mi vida.

En el eterno retorno, como en una visión lineal del tiempo, los acontecimientos siguen reglas de causalidad. Hay un principio del tiempo y un fin que vuelve a generar a su vez un principio. Sin embargo, a diferencia de la visión cíclica del tiempo, no se trata de ciclos ni de nuevas combinaciones en otras posibilidades, si no que los mismos acontecimientos se vuelven a repetir en el mismo orden, tal cual ocurrieron, sin ninguna posibilidad de variación. Una y otra vez. Herida tras herida.

Como en las películas, pero en las películas de verdad. No en las de porristas y mariscales de campo. En las películas donde el poeta queda agonizando en el aeropuerto. Donde no hay un beso en la escena final que lo rescate del suicidio.

Como en la película de mi vida. Esa seguidilla de escenas con mecánica idéntica. Esas escenas que siempre terminan cuando Ella no me elije, porque elije bien, porque nadie quiere morir con los dientes clavados al vagón del tren. Escenas oscuras que abusan del alcohol, de la locura y de ideaciones autodestructivas.




Y aquí comienza una nueva escena. Es Enero y llueve. Porque el dolor no tiene estación. Porque la soledad vive de Enero a Diciembre. Porque si hoy no me siento completamente solo, es porque siento que la lluvia, el frío y todo este invierno en Enero, sincroniza sus manifestaciones con los versos que se escapan por las llagas de mis tripas.

De nuevo en escena, con los ojos cansados, las esperanzas adoloridas. Llueve y hay viento. No me queda nada, porque nunca lo tuve. En cualquier momento el director dirá acción.

1 comentario:

Omar Cid Maureira dijo...

Que tal fantasma, esta es una escena macabra de tu pelicula, cambia la foto feliz de tu cabecera de tu blog, y te agarro a fierrazos de espanto.