Esta tarde se hizo tarde.
Los personajes de mi vida se me cruzan uno a uno por delante de los ojos. Me recuerdan épocas, ideas, sueños, temores, rabias, revoluciones dentro y fuera de la piel. Mi historia y la que inventé. Mis traiciones y mis aciertos. Mis heridas y mis galardones. Mis mentiras y las verdades que tengo y tuve.
Todos mis personajes, uno por uno, me presentan su currículo. Los escucho, los sonrío, los lloro. Me miran y los conozco. Algunos de ellos me desconocen y arrancan asustados. Los otros se quedan un rato para luego comenzar a irse. Se despiden y desaparecen. Uno de ellos se queda conmigo y me ofrece fuego para el cigarrillo que tengo en la boca. Aquel que reúne a varios de los otros. Aquel sin época. Para el cual mi paradoja constante es parte de su esencia, sin la cual no existiría. Ese que tiene tanto de mí y tan poco del que el mundo conoce. Mi poeta.
En el cielo no hay arreboles sino una tarde dolorosa, las ventanas muriéndose de amor, y los pulpos con sus ventosas se beben toda la sangre del sol (V.H.). Porque el verso transforma el mundo, las visiones. Describe el alma de las cosas y se olvida de las estructuras. Porque el poeta crea mundos, porque al minuto los destruye en medio de una tragedia. Porque el verso es la flor y la metralla. Porque la melancolía es su espacio de posibilidades y desde ahí ama y odia. Porque en todo ve sincronía y no casualidades.
Porque en cada poema me reinvento. Porque en cada coma respiro, en cada tilde determino una verdad, en cada punto puedo dormir en paz.
2 comentarios:
Elegir al personaje esencial, el que se transforma en su vientre en cada momento, que busca en su código inicial solo una palabra, que torna brazos, sueños y herramientas, desde su estado embrionario; , pero que dentro de él aún solo busca una sola palabra.
Personajes abundan dentro de todo lo nos sucede, la pregunta, o mas bien la misma respuesta es: quiero ser protagonista de todo lo que decido y de lo que no. A veces surge el interés de ser un mero espectador y verme trabajar en la máquina diaria que no se detiene, como el trabajo de respirar o de desearlo todo de una vez.
Un Calú por tí hermano.
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